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Sin ti muero
#CuentoCorto - 10 FEBRERO 2022
Ella tomó sus manos y lo miró directamente a los ojos, la mirada clavada en su pupila, como se clava a un nazareno. Sus palabras, emitidas en voz sutil y cadenciosa como movimiento de caderas saturaban miel espesa de pasión pegajosa, de la que empalaga. -Nunca me dejes amor mío- le decía mientras sus ojos se humedecían, se empapaban a punto de desbordarse copiosos sobre sus mejillas. Él devolvía la mirada con los ojos estoicos, secos de lágrimas, de pasión, sorprendido de estupor, helado de compasión. Tiritaba, estremecido sus manos querían temblar pero no podían, las manos de ella las sujetaban tan fuerte que su piel no podía vibrar. Ella se aferró a él en un abrazo de posesión, de pertenencia exclusiva y mientras sus brazos bordeaban su cuerpo sus manos poseían su espalda y lo enjaulaban en una sofocante prisión, sus labios adyacentes a su oído exhalaban un aliento caluroso que agolpaba palabras de lápida fría en su mente. -Si me dejas muero- le dijo al oído. Él se estremeció y su cuerpo vibró de frío. Él no podía entender el peso sepulcral de las palabras que escuchaba, se sintió por un momento, único e irrenunciable, insustituible. La vio así cogida de él, sostenida de su torso, pendiente de su hombro y la sintió un ser débil y vulnerable para quien él era lo único que tenía y que su vida dependía de él, de un delgado hilo que pendía de él. En una ráfaga de pensamientos imaginó una rutina enquistada en la rutina de ella, por siempre y para siempre porque él era lo único que tenían y convencido que si no ella moría. -No temas amor mío siempre estaré contigo, para siempre- él le dijo. Ella descansó su rostro en su hombro y una sonrisa leve y satisfecha brotó de sus labios. -Serás por siempre mío y te tendré para siempre- le dijo. Él acarició sus cabellos y reconfortó su alma, ella iba a vivir, de momento, aunque él, agonizante ya había empezado a morir.
Ariel Godínez L:.E:.